Y ahí estaba yo. [1/3]
Y ahí estaba yo, siendo, viviendo y haciendo; cuando vi que se paró frente a mí...
Recuerdo que fue un día igual a los anteriores, la misma rutina de siempre, despertarme, ver la alarma siempre a las 5:20 a.m., dejar que sonara un rato mientras veía el techo de mi cuarto, levantarme, tender mi cama, vestirme, arreglarme, entrar al baño, ir a la cocina, abrir el refrigerador, cerrarlo sin interés en lo que contenía, agarrar mi mochila, verme en el espejo intentando hacer una mueca de agrado, anhelando que fuera un día excelente, un día especial, un día mejor a los anteriores, jaja, siempre he sido ingenuo con esos temas.
La rutina seguía, salia de mi casa, caminaba siete u ocho cuadras, pasaba por la casa de mi abuela, nunca llegaba, nunca he entrado a esa hora así que solo me detenía por un momento y seguía con mi andar. Esperar, esperar, esperar. Mi reloj (digital, por cierto) marcaba las 6:15, el transporte publico pasaba casi siempre a la misma hora, por mí estaba bien. Esperar, esperar, esperar. Llegar a la universidad antes del amanecer es de mis cosas favoritas. Ver el amanecer es de mis cosas favoritas. Y sí, llegar a la universidad antes del amanecer es parte de la rutina. Una clase, otra clase, y otra, y otra más. Mi atención e interés en las clases varía según mi estado de ánimo, como a todos los jóvenes de mi edad, pero usualmente sí considero que tengo un buen desempeño.
Salir de la universidad antes de las 11:00 a.m. es un placer de la vida que no muchos disfrutan, en mi caso, y en el de mis compañeros del salón, sí se suele dar, aunque no siempre.
Aquí es donde todo comenzó, después de la universidad, después de llegar a mi casa con mucha hambre y lo más importante, dentro de mi rutina diaria.
Nos habíamos visto varias veces, pero nunca llegamos a una conversación seria. Solo eran miradas, de esas en la que se ven, se quieren hablar, pero ninguno de los dos se habla. Acostumbraba a platicar con Sujeto o sujeta, no sé M casi siempre en el mismo lugar, pero por azares del destino no estaba, entonces yo hacía lo de siempre, seguir mi rutina de todos los días (otra vez). Para esa hora del día ya no me fijo mucho en las actividades que hago, solo las hago y ya, de manera mecánica. Respondo lo mismo, saludo diciendo lo mismo, todo igual. A lo mucho las conversaciones varían. A veces. Bueno, como sea, solo estaba ahí valiendo verga. Fue entonces cuando vi a alguien a lo lejos, al principio dudé y pensé: "mñeh, como sea, lo mismo de siempre, una mirada equis y ya está", hasta que vi que venía hacia mí. Su trayectoria (hacia mí) estaba bien definida antes de comenzar su típico andar. Pasaron siete, ocho, quizá nueve segundos. Y ahí estaba yo, siendo, viviendo y haciendo; cuando vi que se paró frente a mí...
[...]